lunes, 1 de junio de 2009

Aunque no quieras tú ni quiera yo

La primera vez fue cuando Eric Clapton estaba en Yardbirds, molesto porque el conjunto cada vez tenía más éxito con piezas de rock y a él le hubiera gustado que siguieran tocando blues (de hecho, ya coqueteaba con John Mayall), y Steve Winwood sobresalía en Spencer Davis Group como cantante, requinto y en teclados, y andaba buscando compañeros más afines para un nuevo conjunto.
Se unieron con Paul Jones, Ben Palmer, Jack Bruce y Pete York (éste, de Spencer Davis) para hacer Powerhouse, y grabaron tres canciones, que se incluyeron en un álbum misceláneo, What´s Shakin (Electra, 7559-61343-2): “I want to know”, “Crossroader” y “Stepping out”. Aunque las piezas están recogidas tanto en antologías de Clapton como de Winwood, el disco no es muy conocido.
La segunda vez fue cuando Clapton estaba separándose de Cream y Winwood de Traffic; los antecedentes están antologados en Eric Clapton, de John Pidgeon (edición en español en Júcar, col. Los Juglares), que reproducen declaraciones de ambos publicadas en diferentes revistas, sobre todo Rolling Stone; y es que había una predeterminación; cuenta Chris Welch (Steve Winwood) que cuando Muff Winwood invitó a su casa al joven estrella Eric Clapton, su hermano pequeño Steve (casi ocho años menor) le hizo ver algunos errores en su manera de pulsar la guitarra; desde entonces tenían ganas de tocar juntos. Después de mucho pensarlo formaron Blind Faith, uno de los primeros conjuntos en recibir el nombre de superbanda, y en la que promotores, productores y público tenían fe ciega; pero el carácter wishy-washy de Clapton cedió ante las presiones de Ginger Baker, baterista de Cream, para que le dieran chamba (“yo hubiera preferido a un baterista más creativo, como Capaldi”, dijo después), y luego, ante la imposibilidad de prescindir de un bajista, llamaron a Rick Grech; grabaron un disco excelente, pero del que dijeron los críticos que cómo era posible que Clapton le cediera la primacía a Winwood, quien no sólo escribió la mayoría de las piezas, sino que las cantó todas, y toca el requinto, piano y órgano. Eso hubiera sido lo de menos, sino que en los conciertos Winwood era el que se lucía, Clapton estaba casi reducido al acompañamiento (que no es menor, pero no se luce tanto) y además estaba en su época a favor del anonimato, por lo que estaba más a gusto tocando con el conjunto que abría los conciertos, el ahora mítico Delaney and Bonnie and Friends (friends que a veces eran Dave Mason, George Harrison, Joe Cocker, Leon Russell, Rita Coolidge); no es que le hayan dicho “si los prefieres a ellos por qué no nos dejas”, pero Blind Faith terminó los conciertos comprometidos un tanto a la fuerza (se nota en los discos pirata y en el video aparecido recientemente), desganados: Winwood se puso a trabajar en su primer disco solista que se convirtió en el mejor de Traffic, John Barleycorn must die, y Clapton se llevó a varios de los friends (Bobby Whitlock, Carl Radle y Jim Gordon) para hacer Derek and the Dominos, con los que grabó un solo disco, doble, que fue el que causó el triángulo Clapton-Harrison-Pattie Boyd; en uno de los conciertos el anuncio fue “y ahora con ustedes Eric Clapton y su conjunto”, y entonces salió Clapton para decir “ese señor no vino, en su lugar van a tocar Derek and the Dominos”. Como invitado muy importante estuvo Duane Allaman, pero no en el disco del concierto, sustituido por el casi superestrella Dave Mason.
El affaire con la novia de su mejor amigo provocó, ya lo sabemos, su caída en las drogas, su aislamiento, su terror a las apariciones, hasta que Pete Townshend decidió echarle una mano, llevó a las esposas de los amigos, limpiaron la casa, rescataron las guitarras que había ido vendiendo para sobrevivir, recogieron los cheques que estaban sin abrir, lo metieron a una cura salvaje, y como parte del tratamiento hicieron un concierto con un conjunto excelente: a ellos dos se unieron Ronnie Wood (que después le pedalearía la bicicleta), Rick Grech, Jim Capaldi, Rebop Bah, Jin Karstein, y el propio Steve Winwood. El conjunto se llamó Eric Clapton and the Palpitations; cuenta Roy Coleman (Survivor) que el tiránico Townshend se molestaba cuando Winwood llegaba tarde a los ensayos, porque Clapton se negaba a empezar si no llegaba “Stevie”; finalmente hicieron el concierto, y Winwood, que estaba con puros contlapaches (Capaldi, Grech, Rebop) se lució tocando, cantando y arrebatándole la guitarra solista a Clapton en una pieza favorita de éste: “Pearly Queen”. Apareció un disco con unas cuantas piezas, muy mediano; muchos años después apareció casi todo el concierto, sin los reprise ni encores, pero excelente: Rainbow concert.
Años más tarde, ya en los ochenta, se volvieron a juntar para un concierto en beneficio de Ronnie Lane, de Small Faces y de Faces, aquejado de aterosclerosis; el conjunto lo integraron Capton, Winwood, Chris Stainton, Billy Wyman, Charlie Watts y Ray Cooper; unas cuantas piezas de Clapton, con Winwood tocando órgano; unas cuantas piezas de Winwood con Clapton en la guitarra rítmica, y al final, un ensamble con otros músicos, entre ellos Jeff Beck y Jimmi Page, para tocar la clásica “Layla”.
(Hubo otra colaboración en los años sesenta: un homenaje a Howlin’ Wolf, The London Session, con Wyman, Watts, Ringo Starr y otros, pero las colaboraciones de Winwood fueron grabadas posteriormente, porque cuando se juntaron en el estudio Steve andaba de gira en Estados Unidos; un par de semanas más tarde grabó sus intervenciones.)
Hubo alguna colaboración en discos de otros; con Leon Russell, en “Love Comes to Everyone”, de George Harrison, que Clapton recogió en Back Home; ambos tocaron en Christine McVie, pero no coincidieron en ninguna canción; por último, en el disco más reciente de Winwood tocaron juntos (Winwood con guitarra y su ahora inseparable Hamond B3) en “Dirty City".

Hace unos meses, menos de dos años, Clapton organizó su festival de guitarristas casi anual; invitó a Winwood, y cuando lo presentó no sólo lo cubrió de elogios, sino que dijo que no sabía por qué no lo había invitado al primer festival, pues es un guitarrista al que admira mucho, y tocaron juntos varias piezas de Blind Faith; agregó que le gustaría volver a tocar con él; Winwood le agarró la palabra, y al finalizar la grabación de Nine Lives organizaron una serie de tres conciertos en el Madison Square Garden, en febrero de 2008; algunas de las piezas se pudieron escuchar en You Tube, hasta que el agente de Clapton lo prohibió, porque estaba próxima la aparición del disco y del video; lo ofrecieron en preventa en las páginas oficiales de ambos, pero algo sucedió que se congelaban; finalmente, conmemorando –casi— los 61 años de Winwood salieron a la venta; en México, por desgracia sólo trajeron unos cuantos ejemplares del disco, no del video, creo, porque las tiendas grandes ya están más enfocadas en Luis Miguel y en Rebeldes que en la música.

El disco, doble, presenta un chorro de canciones; seguramente hicieron el truco de siempre: “vamos a tocar piezas que todos conocemos para no ensayar mucho”; así grabó Clapton el disco de Toronto, de Lennon: sin ensayar, puras piezas conocidas; de cualquier manera, excelente. El Clapton-Winwood recoge todo el primer lado de Blind Faith; más algunas piezas de Traffic, una de Winwood y lo demás de Clapton y homenajes; por ejemplo, están “Changes”, de Buddy Miles; “Little Wing” y “Voodoo Chile”, de Jimi Hendrix, casi al pie de la letra, sólo faltan algunas de las respuestas de Winwood a la guitarra; a falta de “Sea of joy” incluyen “Sleeping in the Ground”, que tocaban en los conciertos de Blind Faith y hasta está en el disco De Luxe, pero que no les salía muy bien. El conjunto lo forman músicos de Clapton (lo mismo le hizo a Harrison en George Harrison / Live in Japan, donde el único que no es del conjunto de Clapton es Harrison.
Si los críticos protestaban porque Winwood le arrebataba el requinto en todas piezas, ahora cede demasiado; por ejemplo, en “Well all right” el piano, esencial en Blind Faith, ahora pasa a segundo plano, mientras que la guitarra se convierte en solista tocando las notas del piano; aunque sean los mismos compases, la pieza es diferente; y sería lamentable, si no fuera porque Clapton toca de maravilla; también en “Presence of the Lord” Steve se hace a un lado y deja que el wah wah se lleve toda la pieza, e incluso cantando deja que Clapton lleve la primera, y cuando cantan en canon permite que le arrebate la primera; Clapton sabe mucho y no abusa, porque no puede, ni quiere, competir con el tenor Winwood, que apenas ha perdido un poco de frescura en cuarenta años (si comparamos, por ejemplo, los discos de hace 15 años de Joaquín Sabina y sus más recientes, se escuchará no sólo el deterioro del español, sino la magnificencia de Winwood).
Como es obvio, lo que resalta en el disco son los duelos, o mejor, los diálogos entre ambos, ya sea los dos con guitarra, o Clapton a la guitarra y Winwood al piano o al órgano. Incluso hay una pieza, “Tell the truth” (¿a poco no recuerdan los rocanroleros, cuando tiembla, uno de sus versos: “the whole world is shakin’ now, can you feel it”?); ésta sería una quinta versión: en Layla and other assorted love songs, donde el duelo es con Allman; en Derek and the Dominos in Concert, en duelo con Dave Mason; en un disco sencillo recogido en History of Eric Clapton, en duelo con George Harrrison (excelente), otra en Rainbow Concert, donde alternan Ronnie Wood, Pete Townshend y Clapton; en ésta, donde pudieran competir con guitarra, Winwood alterna los teclados con Stainton, y el resultado es impresionante. Ambos están en plan de virtuosos, Clapton canta con muchas ganas, y Winwood pone más entusiasmo que en alguno de sus discos solistas.
No cabe duda que se divirtieron en esos tres conciertos; ambos son sesentones, o sexagenarios, pero están tocando muy bien, hacen juegos malabares, improvisan sin salirse del esquema de las canciones, y contagian su pasión, pero se comportan de manera ecuánime, y aunque son canciones de hace cuarenta años, o más, no las interpretan en plan melancólico.

(Hace unas semanas, cuando había más terror por la gripe “humana”, falleció Ricardo Anguia, el excelente pintor –Anguiano, era su apellido, pero lo recortó para que no lo relacionaran con Armando y Raúl—; sé que es vanidoso decirlo, pero en artes plásticas, él y Eduardo Ugarte hicieron lo que intenté hacer en la narrativa, y Ricardo interpretó como pocos lo que aventuré en Tú, por ejemplo; me entero también que Giorgio De’Angeli acaba de fallecer; fue el fundador y director de La Onda, que comenzó con Cuauhtémoc Zúñiga, Abel Ramos y yo; trabajé con él de 1973 a 1974, y de 1978 a 1980, ya con Manuel Gutiérrez; Manuel y Cuauhtémoc ya tampoco están; colaboré con De’Angeli en otras empresas menos duraderas, pero igualmente entusiastas, y discutimos muchas veces sobre comida, ortografía, gramática, historia, música y política; además de La Onda trajo a México desde su Argentina otros conceptos editoriales que pusieron en práctica en Novedades; a últimas fechas se dedicó a la gastronomía y un restaurante allá por Taxqueña. Al ver su esquela me llegaron muchos recuerdos, la mayoría felices.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una pena la muerte de Giorgio De Angeli. Tipazo, además de todo lo demás.