miércoles, 26 de marzo de 2008

El quinto beatle

El lunes 24 de marzo falleció, a los 66 años de edad, Neil Aspinall, conocido como el road manager de los Beatles, y quien estuvo con ellos desde que se iniciaron como conjunto y más allá, pues siguió manejando la Apple y participó en la grabación de la mayoría de los discos póstumos.
Los cables, que reprodujeron muchos medios, afirman que se le puede escuchar en "Yellow Submarine"; tal vez, aunque es difícil distinguirlo entre el cúmulo de voces que hacen coros, incluidos Mal Evans, George Martin, Geoff Emerick; no fue la única pieza en la que participó: tocó una de las armónicas en “Being for the Benefit of Mr. Kite” (con Mal Evans), y más sorprendentemente, la tamboura (instrumento hindú), con George Harrison, en “Within You, Without You”; obviamente, sin crédito, porque sólo se lo dieron a Billy Preston, a Anil Bhagwat y a Alan Civil; no a Eric Clapton, Brian Jones, Nickie Hopkins, Mick Jagger, Keith Moon, Keith Richard, Gary Broker o Marianne Faithfull.
Aspinall, quien nació un 13 de octubre (como Paul Simon y Charles M. Schulz; como, oh no, Margaret Thatcher y, oh no, Mary Osmond), ha sido llamado el Quinto Beatle, con suficientes méritos para ello: se le considera la persona más cercana al conjunto a lo largo de 45 años; fue quien los presentó con Pete Best, fue su chofer (quien conozca el mundo del rock sabe que un chofer es mucho más que eso: es cuidador, guarura, afina los instrumentos y los cuida más que los músicos, suple a los faltistas, capotea a las admiradoras --y se queda con alguna--, consigue contratos; nada más hay que pensar en lo importante que fue Ian Stewart para los Rolling Stones).
Neil Aspinall les consiguió la chamba en el Casbah Club, y renunció cuando Brian Epstein corrió a Pete Best, pero éste lo convenció de que no lo hiciera, pese a que cuando pidió explicaciones, Lennon, con la arrogancia tan suya, le espetó: “nada tienes que ver, sólo eres el chofer”.
Fue gente muy cercana al conjunto, aunque no tan ambicioso como Mal Evans ni tan indiscreto como Peter Brown (a quien Lennon saluda en “La balada de John y Yoko”), quien fue el que chismeó uno de los secretos más bien guardados durante mucho tiempo: que Harrison le pedaleó la bicicleta a Ringo, con lo que se desató el divorcio de Ringo y Maureen, el desconsuelo de Patty Boyd a quien Clapton consoló más de lo debido; ahora todos lo han manejado, incluida Boyd en su sabrosa autobiografía, pero cuando lo reveló Brown nadie lo sabía; eso le costó la chamba en el emporio beatle, uno de los más sólidos del mundo.
¿La cercanía con ellos es suficiente para ser nombrado el quinto beatle, o es el sentimentalismo por el fallecimiento? Las palabras de Ringo y Paul son significativas, y los pleitos que tuvieron ya se han desvanecido. Y sobre todo, que hay muchos quintos beatles en la historia.
Hace unos años, la revista Like a Rolling Stone hizo un recuento, que era muy cruel, porque ponía los méritos para ese nombramiento, pero también las causas por las que no deberían recibirlo; por desgracia, no tengo la revista, que además contenía la fotografía más erótica de Linda Rondstantd.
Algunos de los quintos beatles son:
Stu Sutcliffe, el amigo más cercano de Lennon, integrante del conjunto desde el primer momento, el primer bajista, y quien inyectó el aura intelectual que siempre los privilegió; considerado el inteligente del grupo, su influencia duró mucho tiempo; fue víctima de la violencia con la que se llevaban antes de ser famosos, y renunció porque nunca aprendió a tocar (lo hacía de espaldas para que no se dieran cuenta, y además fue uno de los misterios que los beneficiaron); se relacionó con Klauss Voorman, a quien le dio baje con Astrid Kirchherr, la fotógrafa que les dio la imagen que los hizo famosos desde sus primeros discos. Vivía con ella cuando lo atacaron los dolores de cabeza que fueron los síntomas del tumor que lo mató en 1962, a los 21 años de edad; algunos consideran que fue consecuencia de una pelea entre todos, en la que recibió puntapiés en la cabeza.
Klauss Voorman, músico e ilustrador que llegó a ser bajista de Manfred Mann, tocó con Ringo y con Lennon en discos solistas, hizo la portada de Revolver, ilustró el cuaderno que acompañó al disco Ringo, e hizo la portada de Wonderwall, de Harrison; un dato curioso; en Popeye, la cinta de Robert Altman, aparece Voorman como el picoro en una pelea de boxeo, y participa como músico de la película con, entre otros, Harry Nilsson, Ray Cooper, Doug Dillar, Van Dyke Parks (coautor de “Good Vibrations”) y The Misterious Karsten (al órgano; considerando la fecha de la filmación, se ve que coincide con “the lost weekeend” de Lennon, en la que alternó con Harry Nilsson, Keith Moon, Ringo y Klaus Voorman). Voorman fue otro de los que estuvieron siempre cerca de Beatles.
Brian Epstein, su manager, también fue considerado el quinto miembro del grupo; poco mayor que ellos, los uniformó, los “adecentó”, tramitó los contratos, los hizo millonarios (él, primero que ellos, desde luego), los hizo famosos mundialmente; se enamoró perdidamente de Lennon, quien se burló de él al cambiarle el título de su libro Un cuarto lleno de ruidos (noises) por el de Un cuarto lleno de muchachos (boys), en referencia a su homosexualidad; sin embargo, también se afirma que Lennon cedió a sus peticiones, y sostuvieron un breve encuentro más sexual que sentimental en España, cuando Lennon filmaba How I won the war. La muerte de Epstein, aparentemente por una sobredosis de drogas, fue el principio del rompimiento del conjunto, porque Paul quiso tomar las riendas, y ante el fracaso administrativo, vinieron las contrataciones de Allen Klein y la del suegro de Paul, Lee Eastman, las causas principales de la ruptura.
Desde luego, Pete Best, el baterista anterior a Ringo, de quien decían que era el mejor músico (se le escucha muy bien, aunque sin mucha imaginación, en el disco donde acompañan a Tony Sheridan), además de ser el más popular entre los jóvenes que iban a escucharlos al Cavern, propiedad de la señora madre de Best; nunca ha terminado de rumiar el rencor, ha grabado un par de discos que por desgracia sólo le interesan a los que quieren tener todo lo de la beatlemanía; escribió un libro con un excelente título, The Best of the Beatles, donde sigue afirmando que hubieran sido mejor con él que con Ringo.
George Martin, el productor de todos los discos del conjunto y de otros patrocinados por Epstein; los hizo excelentes músicos, dio rienda suelta a la imaginación, y les permitió desplegar todas sus habilidades: tocaban con excelencia varios instrumentos, algunos inusuales en el rock, como clavicordios, flautas, baúles, cencerros, lavaderos; puso cintas al revés, él mismo participó en muchas piezas tocando sobre todo piano (hay piezas donde sólo hay el bajo de Paul y el piano de Martin; en “Rock and Roll Music” se escuchan tres pianos; es uno solo, tocado simultáneamente por Paul, Lennon y Martin, lo que le da mucha energía); hizo cosas extrañas, como un diálogo entre pianos, eléctrico y acústico; sin embargo, el reciente Love, disco al que la revista Uncut califica como el Código Da Vinci del rock, muestra que o no era tan bueno y sólo encauzó a Beatles, o que ya está chocheando.
Richard Lester, por lo regular excelente director cinematográfico, hizo con ellos A Hard Day’s Night y Help! y con Lennon How I won the war; las dos primeras los glorificaron, son muestras de su talento histriónico pero también de que eran figuras no sólo de la música, y ayudaron a la imagen del grupo como esencia cultural, más allá de su condición de ídolos juveniles; la tercera es parte del derrumbe de la figura del angry young man, y también un alegato contra la guerra. Lester dirigió otras cintas excelentes, como El ratón en la luna, Petulia, El knack y cómo lograrlo, Robin y Marian y la saga de Los tres mosqueteros, El cuarto mosquetero y Veinte años después. Like a Rolling Stone lo descalificó recordándonos que también dirigió Superman III.
Billy Preston. Cuando estaba más fuerte el pleito entre los cuatro, Lennon pensó en correr a Paul y reintegrar el conjunto con Klauss Voorman como bajista y Billy Preston en los teclados; la formación sólo grabó una pieza: “I’m the Greatest”, incluida en Ringo, aunque hay una versión en la que Lennon es quien canta (y que muy pocos tenemos). A Preston le dieron crédito en Let it Be: Los Beatles con Billy Preston (no está en los compactos, pero sí en la primera edición en acetato. Se le puede ver y disfrutar en el concierto para Bangla Desh, y opacado en Let it Be, la cinta testimonio de lo mal que se llevaban y lo bien que tocaban.
Mal Evans, amigo cercano a Harrison, quien sugirió que lo contrataran como guarura en Cavern, debido a su estatura, descomunal para la época y para cualquier actividad no deportiva, siempre estuvo también junto a ellos manejando cuestiones de prensa y publicidad, publicó una revista mensual que contribuyó a la popularidad del grupo, viajó con ellos en todas sus giras, y se le puede escuchar en varias piezas: toca órgano en “You won’t see me”, armónica en “The Benefit of Mr. Kite”, piano en “A Day in the Life”, pandereta en “Dear Prudence”, trompeta en “Helter Skelter”, sonidos metálicos en “Maxwell’s Silver Hammer”, y hace coros en, entre otras, “Yellow Submarine” y “You know my name”; es el nadador que aparece en medio y al final de Help!; fue asesinado por la policía en Los Ángeles cuando, en un ataque de depresión, amenazó a los genízaros con una pistola de aire. Coescribió un libro, Living the Beatles Legend.
Tony Sheridan, muy buen cantante que pidió lo acompañaran en un disco en el que, sin él, grabaron sus dos primeras piezas: "Ain’t she sweet" y "Cry for a Shadow", la única firmada por Lennon-Harrison. Una de las canciones del disco, "My Bonnie", cobró gran popularidad, gracias a que un disc jockey,Bob Wooler, la tocó repetidamente, y Brian Epstein compró 200 ejemplares para su tienda, y vendió 144 en una semana; los buscó, los contrató, y de allí pa’l real. Sheridan, excelente cantante, fue opacado por la leyenda, no hizo la carrera que se merecía, y de vez en cuando hace giras en las que se anuncia como el primer cantante que tuvieron los Beatles.
Like a Rolling Stone también incluyó a Yoko Onno como un quinto beatle.

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