domingo, 28 de diciembre de 2008

Mil y una puñaladas al lenguaje (y otras no contadas)

Con un retraso notable, me deleito, aunque a ratos me aburro, con 1001 puñaladas a la lengua de Cervantes, de Federico Arana (Grijalbo-ACTUALIDAD, 2006), que Víctor Roura tuvo a bien reseñar hace casi un par de años en El Financiero, pero con el que nunca me había topado, lo que habla de lo mal que están las librerías de la ciudad de México, porque este libro debería de estar de manera perenne en las mesas de novedades o cuando menos bien exhibido: debía ser obligatorio en cualquier lugar donde se use el español como herramienta principal: en casi todos lados, pues.
Arana (mejor conocido como El Hombre Arana) es un enojón, o cascarrabias, que se enfurece cada vez que alguien hace mal uso del idioma; pero resulta que cada vez tiene más razón para su molestia, porque han proliferado los agravios; claro que él tiene la culpa por ver tanta televisión, por escuchar tantos noticieros (o noticiarios) radiofónicos, y tantos programas deportivos (mejor dicho, futboleros), que es donde abundan quienes maltratan el español.
Es claro que molestan los locutores (sería un error llamarlos periodistas) que a bordo (nótese que escribo “a bordo”, no “abordo” como en la mayoría de los periódicos) de un helicóptero para informar del tránsito, dicen “estamos sobre lo que es…”; más molesta que tanta gente se haya contagiado y usen la formulita en cada parrafada, lo que habla no tanto del poder de los medios masivos de información, sino de la escasez de lecturas, porque quien lee se inmuniza contra muletillas y horrores gramaticales (¿os cae?, diría el mismo Hombre Arana).
Podríamos reclamarle a Servidor (como se autonombra Arana) que exagera, que en muchas páginas parece asambleísta del DF en su afán de cuidar a quienes (nótese el uso de “quienes” en vez de “a los que”) no quieren cuidarse, y andan poniendo letreros de NO FUMAR en todos lados. O peor, a ratos se asemeja a Javier Alatorre, quien ante el triunfo de la mal llamada Ley Antitabaco se atrevió a amenazar que a ver cuándo se comenzaría a perseguir a quienes fuman dentro de sus propios hogares.
Porque Arana se molesta hasta con el lenguaje coloquial, y no es lo mismo, por ejemplificar, Carlos Loret de Mola con sus tergiversaciones, pleonasmos, redundancias (“rebuznancias”, se les dice en las salas de redacción de algunos periódicos) y las palabras que siempre le sobran, además de su mala sintaxis y pésimo uso (o maluso) de la concordancia, que el lenguaje sabroso, dicharachero, de Guillermo Ochoa; no es lo mismo el habla cursi, falsamente elegante de Jacobo Zabludovsky que la legítima habla popular de (¡Ay, Dios!, ayúdenme a encontrar un buen ejemplo; ¡ah, ya sé!:) Garibay, Leñero, a ratos Monsiváis; no son lo mismo algunas letras de canciones, sobre todo las baladas (la que cita a cada rato el mismo Arana –en Guaraches de ante azul y en el que comento—“…todo el mundo en la prisión corrieron a bailar el rock”, o “fue de ti, fue de mí la gloria de este gran amor” –fueron tuyas y mías las glorias… sería lo correcto, pero no sé si lo adecuado, porque ya no cuadrarían con la música) que las letras de Jaime López, llenas de colorido y lenguaje popular, aunque también de neologismos que en otro contexto provocarían la muina de Arana, quien por cierto no cita “La novia de mi mejor amigo”: “yo no puedo evitarlo…” por “no puedo evitarlo”: en español sale sobrando el pronombre personal cuando la frase está bien construida; no dice que le moleste una canción que medio entonaba César Costa: “su rubia belleza era madrigal”; le molestan algunas piezas clásicas de Alberto Domínguez y una de Lara, “Oración Caribe”, pero no reconoce que en una de sus mejores versiones, de Toña la Negra (Antonia la Afroamericana, dirían quienes se cuidan de ser políticamente correctos), cuando en vez de “una poco de luz en nuestra aurora” pronuncia “un poquito de luz”; no le molesta, y cita mal, una canción de Rubén Fuentes –aunque sí otras—, que al menos en la versión de Pedro Infante dice “Pasastes a mi lado”, y que ni modo, sin la ese (no la de Supermán) el verso queda cojo; sólo se fija en “voltearon hacia mí”, que sí, está muy mal aunque su uso esté muy generalizado, como lo muestra el ejemplo de los locutores que traducen “Turn around, look at me” como “Voltea y mírame”, que tiene una connotación sexual. Pero el puritanismo de Arana, de censurar todo lo coloquial, excluiría de las recitaciones “La Chacha Micaela” y “Por qué me quité del vicio”, que no por malas dejan de ser indispensables en nuestra cultura popular.
Claro que el propósito del crítico es criticar, no elogiar, para eso están los jilgueros, pero podía poner como ejemplo de lo que sí se debe hacer a Tata Nacho, o Alfonso Esparza Oteo, a quienes les rezumba el mango para escribir con elegancia y decoro; lo correcto es lo de menos, si hay poesía; por no hablar de Álvaro Carrillo, quien con discreción y belleza presume de lo bien que coge: “tu rostro divino no sabe guardar secretos de amor; ya me ha dicho que estoy en la gloria de tu intimidad”. ¡Arroz!, decimos para hacer enojar al Hombre Arana, quien es insistente en señalar muchos vicios verbales o, peor, escritos, pero apenas menciona algunos de los más letales y que abundan en los periódicos, como desapercibido por inadvertido; es más, no toca uno de los más graves: rechazar por negar, desmentir, o uno igual de espantoso: desmarcar por deslindarse.
Lo que es más: Arana al corregir comete otro error: “el pasado 21 de marzo”, cuando es suficiente con decir “el 21 de marzo”. En Opus, la estación radiofónica que transmite música sinfónica, suelen decir “nació un 5 de marzo de 1866” (por decir), como si 1866 hubiera tenido varios (al menos dos) 5 de marzo.
Me imagino el berrinche que hubiera sufrido (“pegado”, decimos de manera incorrecta) si hubiera escuchado a los locutores que entrevistaron a la entonces modosita y modesta Ana Gabriela Guevara, quien declaró que no le molestaban las derrotas, que de ellas aprendía (¿os cae?), y los locutores alabaron “su positivismo”. Tampoco cita a la ilustre (qué manía de poner adjetivos la de Arana) Rebeca de Alba al hablar del “raciocinio del agua” (información de Humberto Mussachio), o peor, cuando Niurka denunció que su anterior (uno de los anteriores) novio tomaba “asteroides” (¿sería que la ponía en órbita?).
Cuenta Servidor sus tropezones con ciertos correctores de estilo que le enmendaron la plana (y eso que son amplios de criterio, aunque hay algunos pudibundos e ignorantes que no saben qué hacer cuando en, por ejemplo, Robinson Crusoe, se topan con que a algún alebrestado lo cuelgan de la verga; cuando menos piensan: “pobrecito”), pero es benévolo con él mismo cuando escribe, como Chespirito, gasolinerías en vez de gasolineras, cuando acentúa cuando menos tres aún que no son adverbios de tiempo; cuando usa mal “quizá”; cuando menciona a dos actores de El mil amores, Mantequeilla y Luz María Aguilar, que no actúan (o aparecen) en esa cinta, ni con el desorden de los títulos, que veces las pone en rectas y sin comillas, veces las entrecomilla, y en un par de ocasiones las pone en cursivas o con tipo menor (o letra chiquita), con lo que aumentan el azoro y el desconcierto del lector.
Con todo y (en lugar de “a pesar de”) sus defectos, sus errores y erratas, 1001 puñaladas a la lengua de Cervantes es un libro disfrutable (por delicioso), si el lector no se engolosina, si se lee sin premura y un capítulo por semana, para no empalagarse; si en vez de asumir las críticas se suma a Arana y pone atención en las burradas de locutores y de redactores, sin temerle a las grandes firmas que también cometen errores; pero sin menospreciar lo coloquial, lo popular, lo que enriquece en vez de encasillar (como las erratas fecundas de Alfonso Reyes y sus correctores anónimos). Este libro debe estar en las salas de redacción de los diarios serios que pretendan publicar los textos de una manera decorosa, pero que asuman la tarea también con sentido del humor. Y en los hogares su lugar no está junto a los otros libros de Arana, algunos muy sabrosos (por disfrutables), otros llenos de curiosidades (aunque hay que reclamarle que en la segunda edición de Guaraches de ante azul haya suprimido una muy perversa fotografía de la orquesta femenina que acompañaba a los Hermanos Castro), y ponerlo en los plúteos donde están los diccionarios.
Sólo un añadido: Arana no menciona unos vicios que no sólo son las incorrecciones, sino la falta de cuidado; las sinalefas funcionan en algunos poemas, pero hay que fijarse que no cambien el sentido, como la que ilustra la presente, aunque a lo mejor sólo quisieron insinuar, no afirmar, las cualidades del futbolista al que aluden y cuya fotografía es más que elocuente.

4 comentarios:

Su Satánica Majestad dijo...

Los locutores han de disfrutar inventando palabras nuevas, o traduciendo literalmente del inglés al español. Uno de los más nefastos ejemplos (y que está muy en boga debido al internet) es "accesar", palabra que utilizan casi todos los conductores de ¿noticieros?, ¿noticiarios? (no sé cuál es la correcta) en lugar de la correcta que es acceder.

Suena interesante la propuesta.

Un saludo.

Lalo dijo...

Cierto, el muy utilizado accesar es espantoso; lo malo es que acceder tampoco es correcto, aunque en los más recientes diccionarios (Diccionario del español actual, de Manuel Seco; Diccionario de la Real Academia Española) así lo aceptan, aunque no desde luego como primera o segunda acepción. Acceder es ceder, aceptar, consentir; ¿cómo se coló al lenguaje cotidiano? ¿Cómo se colaron ambas? Esperemos que les suceda como al espantoso presupuestar, que dejó de usarse en cuanto llegó a los diccionarios y ahora no lo usan ni los funcionarios gubernamentales; me parece que desapareció junto con la antigua Secretaría de Programación y Presupuesto.
Gracias por escribir.

Anónimo dijo...

En hora buena! Me uno a los pro y a los contra y como en tiempos de crisis anvío algunas "aportaciones":
Signar
Aperturar
¿Tendrá un billete de a 5?
A lo mejor o A la mejor se murió mi abuelita.....(a lo peor)
La 59 Legislatura....La Legislatura número 59 o Quincuagésimonovena......Quincuagé
simanovena?
Completamente gratis!
Pleonasmo natural: CHISMEAR

Saludos! Jorge Córdoba V.

Anónimo dijo...

Correcciones:
Para los puristas:
Enhorabuena

error: envío

Gracias!