domingo, 24 de diciembre de 2006

Los Beatles vs Les Luthiers

Los Beatles vs Les Luthiers


La última semana de septiembre y la primera de octubre se presentó Les Luthiers en el Auditorio Nacional, con un espectáculo titulado Las obras de ayer, uno de sus típicos juegos de palabras; es obvio que entrados en lo que con cursilería se llama la tercera edad, ya no son muy creativos; un problema mayor es que su público, que durante tantos años los menospreció, ahora se ríen de todo, incluso de lo que no deben reírse; así, un Les Luthiers cansado, mecánico (ni tanto: en el encore, Carlos López Puccio y Jorge Maronna, con movimientos muy precisos, hicieron creer que se movían como si tuvieran menos de 50 años de edad).
Todos los números que presentaron son conocidos, y algunos de ellos ya son clásicos, como la “Cantata del Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto, y de cómo se desenvolvió”; lo malo es que esta pieza, de casi media hora de duración, la redujeron a menos de 15 minutos; lo peor, en el disco y en el video original, el papel de don Rodrigo lo representaba Ernesto Acher, separado del grupo hace ya bastantes años y dedicado a realizar discos experimentales realmente espléndidos.
Ahora su lugar lo tomó Carlos Núñez Cortés, quien no tiene ni el tono ni los matices de Acher, y sus duelos con Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich se notan planos, previsibles; lo peor es que por representar el papel no está al piano, que lo toca de manera magistral, y en esta ocasión el público que abarrotó las graderías no pudo disfrutarlo (aunque es de temerse que tampoco lo advirtió).
Les Luthiers es en realidad dos conjuntos: uno, el que con gran sentido del humor combina piezas llamadas clásicas (sonatas, óperas, valses, ballets, romanzas) con música folclórica; un ejemplo: “El beso de Ariadna” hace que el escucha recorra desde la música sacra de factura elevada, y que va bajando de dificultad y hermetismo, hasta que, en beneficio del público, queda como una balada de Palito Ortega; extraordinarios conocedores de todos los géneros musicales, los han parodiado con maestría; en “Serenata Mariachi” encontraron el tono exacto para retratar la música mexicana, desde la canción bravía hasta el bolero ranchero, con frases calcadas de Jorge Negrete y Pedro Infante, pero con la calidad de un Rubén Fuentes. Y así han recorrido todo el continente latinoamericano, con paradas (o estancias: son unos albureros de lo peor) en el music hall estadounidense, la ópera italiana, la ópera alemana, y baladas rusas. En todas esas piezas hay intención burlesca, frases de doble sentido, y no pocas veces intención satírica no exenta de burla a los políticos.
Hay otro Les Luthiers, con los mismos miembros, por lo regular muy divertidos, que hacen números muy cómicos; éstos son los favoritos del público, porque ellos lo son también.
Hay muchos elementos en común: son excelentes instrumentistas y muy buenos cantantes. Pero a veces bajan el nivel de su actuación; por ejemplo, Marcos Mundstock, al leer un supuesto manuscrito antiguo, se traba al pronunciar una palabra, pero tiene que explicar que son números romanos.
En ese espectáculo presentaron una pieza que es de temerse que no la hayan puesto antes en México: “Pepper Clemens Sent the Messenger, Nevertheless the Reverend Left the Herd (ten-step)”, en la que luego de una serie de peripecias, los cuatro músicos (Daniel, López Puccio, Maronna y Núñez Cortés) tocan; Daniel, un instrumento de percusiones múltiples, y los otros tres cambian de vientos a cuerdas a percusiones, todos al mismo tiempo tocando lo mismo, pero en diferentes tonos; el momento más espectacular es cuando llegan al piano, a un mismo piano, tocando la misma melodía pero obviamente cada uno con un tono distinto.
Podría uno decir que es algo inusitado, como todo lo que ha hecho Les Luthiers desde principios de los años setenta, pero tienen un antecedente.
En Beatles for Sale, su cuarto disco inglés, los Beatles tocan “Rock and Roll Music”, la clásica pieza de Chuck Berry lejanamente emparentada con la Quinta Sinfonía de Beethoven, con un piano poderosísimo, que Jeff Russell se encargó de desentrañar en The Beatles. Album file and complete discography: en esa pieza Lennon toca la guitarra rítmica, Paul el bajo, Harrison guitarra acústica y Ringo la batería, pero el piano, sobregrabado, lo tocan Lennon, Paul y George Martin todos al mismo tiempo y en un mismo piano.
Como Les Luthiers, los Beatles eran multiinstrumentistas, tocaban todas las guitarras, órgano, sintetizador, violín (lo hizo Harrison), flautas, saxofones, pianos eléctrico y acústico, y a veces un lavadero de madera en vez de guitarra; en muchas de las piezas típicas de mediados y fines de los sesenta era Lennon el que tocaba la pandereta, y fueron los primeros en convertir al bajo en el instrumento solista, y les gustaba experimentar de muchas maneras.
Viendo a Les Luthiers en esa pieza extraña y divertida, uno pudo imaginarse a los Beatles que disfrutaban grabando, mientras jugaban, o al revés.
Por fortuna, de este último concierto de Les Luthiers hay un DVD en el que se puede observar esta pieza, una de las últimas grandes creaciones suyas, y en el que muestran su habilidad en un acto en el que combinan la comicidad que tanto gusta al público, con la maestría que los hizo ser uno de los mejores conjuntos musicales del siglo XX.

Eduardo Mejía

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